Hola Hospitalarios:

Continuamos con la cuarta entrega del Año de la Fe, que en esta ocasión nos acerca a la Gruta de Massabielle. Cuántas veces hemos pasado por la Gruta o con cuánto anhelo deseamos hacerlo… son signos cotidianos de Fe, convirtiendo a la Gruta de las Apariciones en puerta para encontrar nuestra Fe.

Recordemos, mientras seguimos leyendo las proposiciones pastorales de los Santuarios, esos momentos en silencio en los que pasamos por la Gruta, bajo la imagen de la Virgen, y  nos apoyamos en la Roca que es Cristo, la fortaleza en quien todo lo podemos.

Segundo momento: la roca de la Gruta

Antes de hacer la señal de la cruz, hemos recordado que la Fe es un don de Dios recibido como germen en nuestro bautismo, para que podamos acogerlo, vivirlo y, de esa manera, dejarlo crecer haciéndonos crecer a nosotros.

Después de la señal de la cruz, el primer gesto de la peregrinación que nos permite entrar de nuevo por la puerta de la Fe, es el paso por la gruta.

Vemos la gran procesión de Lourdes formada por una multitud de peregrinos que avanza lentamente antes de entrar en la gruta. Esta vivencia eminentemente personal es, al mismo tiempo, colectiva.

Así es la Fe, mi propia Fe que participa de la Fe de la Iglesia y que está llamada a ser vivida con los demás, como Iglesia. En la gruta, en un cierto momento, casi todos extienden la mano para tocar la roca. No se trata de un gesto mágico. No. Es un gesto de humildad. Pero de mi actitud depende que ese sencillo gesto sea para mí una puerta de la Fe, es decir, una puerta por la que puedo entrar pues ha sido abierta para mí. Para eso hace falta y es bastante, realizar ese gesto como oración, es decir, expresando a Dios lo que él representa para mí.

Jesús dice en el Evangelio: «El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobe roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.» (Mt 7, 24-25)

Oración
«Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte” (Sal 18 (17),3). En ti, Roca mía, me apoyo. Sobre ti, Roca mía, construyo mi vida.

Si tal es nuestro gesto, es que está motivado por la confianza y la expresa. Ahora bien, la confianza es ciertamente uno de los componentes de la fe. Tener Fe, creer, es dar crédito, dar confianza, tener confianza.

Así pues, cuando manifiesto mi confianza en Dios, significa que estoy ya en el campo de la Fe. Tener confianza en Dios me hace pues entrar por la puerta de la Fe.

Una maestra declara: “Durante el recreo, un muchacho no dejó de molestar a dos chicas. Cansada, una de ellas se dirigió a él previniéndole: “Ya le diré a mi hermano mayor que tú nos molestas  constantemente”. Esta expresión produjo su efecto pues el muchacho se marchó enseguida. La chica se dirigió después a su compañera: ¡Oye! ¿Vas a decirle a tu mamá que éste nos está molestando?” “No, respondió ella, acabo de decírselo a Jesús”.

En Lourdes, tocamos la Roca. Fuera de Lourdes, haciendo gestos concretos que manifiestan que en el momento presente optamos por Dios, es como expresamos nuestra confianza en Dios y que, por  consiguiente, entramos por la puerta de la Fe.

Para profundizar en este segundo momento:

Acto de Fe

Dios mío, creo firmemente todas las verdades que nos has revelado y enseñado por medio de la Iglesia porque no puedes ni engañarte ni engañarnos.

Finalicemos este momento con un Padrenuestro.

Fuente: Sanctuaires Notre Dame de Lourdes

Entradas Anteriores:
2013: Año de la Fe. El Credo (III)
2013: Año de la Fe. La Señal de la Cruz (II)
2013: Año de la Fe. Introducción (I)

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